911, memorias de un futuro incierto (relato).

:cool: jOer TIO me lo he leido del tiron !! :drooling me enganche como a un buen libro y no pude parar ..XD sigue!!!! :o:confused: XD :drooling que BUEN relato ! enhorabuena... estare atento .. y sin UÑAS ( y eso k no las comi nunca :D) SALUDOS

 

Pues nada, muchas gracias a todos, y enhorabuena por vuestros cochazos. Yo os seguiré mirando con envidia desde la bici jejeje. Lo dicho, esta noche me espera un viaje bastante largo, y dudo que pueda acostarme, así que con un poco de suerte, le daré un buen empujón a esto. Saludos y gracias!!

 

Acabo de leer hasta el 12.

Muy bueno, muchas gracias por compartirlo.

¡Menuda currada!

La parte que hace referencia a la forma de vida y soledad del protagonista me ha dejado bastante reflejado y... agobiado... supongo que lo proyectas por tu situación personal que describes si es así lo has clavado... pero coño! tu eres un crio, que dejas para los que te doblamos la edad :confused:

Me vas ha hacer llevarme el portatil a casa el finde, para terminarlo, cosa que no me hace ni pizca de gracia :o

:[applause]

 

Yo me he quedado en el titulo

 

Enhorabuena¡¡ He leido los primeros capítulos y me ha gustado mucho.
Yo soy de Ronda pero vivo en la Costa, por lo que disfruto de la carretera de San Pedro de vez en cuando, lo que hace que sienta el relato bastante cercano. Sinceramente he pensado que era una historia real al principio de la lectura.

Un 10 para ti.

 

Me lo he leido ENTERITO y me ha encantado!! Que crack el Giorgio... y Suerte con Cristina!!:[angel]
Enhorabuena, y actualiza pronto!:[applause]:[applause]

 

Gracias por el relato. Para tu edad escribes bien y trasmites de una manera muy cercana las emociones del protagonista. Las inexactitudes sobre el GT3 y algún que otro desliz (Giorgio debía ser andaluz, no italiano: ¿200 vueltas al ring en dos días????) se diluyen con la frescura del relato.
Falla un poco el ritmo y algunos párrafos incitan a ser "leidos en vertical" pero en general muy bien Esperamos ansiosos el desenlace.

(Lo menos creible es que un internista con un solo empleo tenga un GT3RS:boxed., que esto no es USA!)

 

Me he quedado en el capítulo 11, me está gustando mucho, la trama, los personajes, el estilo, el tono, aunque el ritmo a veces se ralentiza; normal aún te queda pulirte que eres muy joven, sigue así :[applause]
Que yo sepa has inaugurado un nuevo género; la novela del motor :hmm:
Solo me he leido un libro en que el protagonista tuviera un 911 " Los tipos duros no bailan " del americano Norman Mailer; os lo recomiendo

 

Pues nada chicos, subo un nuevo capítulo, espero que os guste. Cualquier fallo que veáis o sugerencia que tengáis, me lo decís. Un abrazo.

 

Capítulo 20​

Pasé la noche en aquel asiento de gomaespuma forrado con tela de "usar y tirar". Rodeado de gente humilde, en su mayoría magrebíes y sudamericanos. No cogía un autobús desde que iba a la universidad. Y sólo lo hacía cuando no tenía más remedio, y mi suministro de tuppers comenzaba a marcar la reserva. No era mi medio de transporte favorito, aunque cualquier cosa que pudiera circular sobre asfalto me hacía "tilín". Desde una carretilla de mano a una bicicleta, cualquier cosa con ruedas era objeto de mi culto y beneplácito. Y sobre todo me gustaba viajar de madrugada (si no era yo el que conducía, mejor; aunque bueno, mi primer coche se hizo de rogar, con lo que pasé mi juventud de bici en bici y de metro en metro). Aquella idea de salir de un sitio con la única iluminación de mis faros, y llegar al destino con las cumbres de las montañas pintadas del naranja del amanecer, era todo un placer para la vista y un fantástico despertar cromático digno del Olympo griego.

También me vino a la mente la envidia "mala" que me entraba cuando veía a mis compañeros llegar en coche a clase. Se convertían automáticamente en casanovas, mientras que yo me gané a pulso el mote de "el tonto de la bici". Jeje, en fin, por suerte aquellos tiempos pasaron, ahora yo tenía un Porsche y ellos una monovolumen llena de sillitas para niño.

A eso de las 8 de la mañana, con los primeros rayos de Sol, y con las montañas teñidas de ese naranja que tanto me gustaba, pude ver a lo lejos el Castillo de Santa Catalina dominando la ciudad de Jaén. Aunque como ya he dicho alguna vez anteriormente, ese sitio no era, ni de lejos, el ideal para mí, he de reconocer que esbocé una sonrisa al ver aquella silueta en el horizonte. Mis mejores y últimos recuerdos estaban allí, aunque las cosas parecían haber cambiado un poco.

Aún con los párpados pegados (me había echado una buena siesta) y los riñones en un mundo más allá del físico (cercano a lo astral), comencé a estirarme con mucho ímpetu y a soltar berridos que despertaron a la mitad del autobús. Y en eso que me encontraba yo con la cabeza apoyada en el cristal, buscando los primeros reflejos del Sol para entrar en calor, cuando un zumbido ensordecedor pasó al autobús por el carril de la izquierda (lado en el que yo iba sentado; desde pequeño me ha gustado ponerme en el lado de la carretera, para no perderme un sólo coche, animal o cosa que pudiera ser de mi interés).

Levanté la cabeza y traté de enfocar mi vista en aquella cosa. Era de color negro, y tenía un enorme alerón. Apenas habían pasado unos segundo cuando un segundo zumbido, aún más agudo, pasó por nuestro lado. Aquella mancha roja sí se me hacía familiar... ¡Era un Enzo, un Ferrari Enzo! Aquel coche era el que comenté al principio de estas páginas, el que no me atrevía a nombrar. Era la perfección: potencia, deportividad, belleza y armonía, todo en uno. Algunos dicen que es el Ferrari más feo de las últimas décadas, pero a mí me parecía, y me sigue pareciendo, precioso. Y tal y como apareció de la nada, desapareció en el cambio de rasante de la autovía.

Y cuando comencé a recuperar la tranquilidad, y adaptarme nuevamente al torturador respaldo del asiento, un sonoro 6 cilindros volvió a provocar que me levantara. En esta caso era un Nissan GTR 2012 de color azul. Todo un matagigantes con piel de cordero. Tampoco tardó demasiado en desaparecer por el horizonte: entre que el autobús no podía pasar de 90, y aquel trío iba como mínimo, al doble de la velocidad máxima permitida, mi campo de visión los perdió de vista en un santiamén. Y entonces fue cuando me asaltaron multitud de preguntas a la cabeza, pues hasta ese momento, lo más "gordo" que había visto por Jaén había sido mi 911 y un Mercedes SL500. Quizá sólo estaban de paso, pero la verdad era que había muchas rutas alternativas para llegar a Marbella y la Costa del Sol, donde supuse que iban.

Planteándome las posibles justificaciones a que aquellos bichos pasaran por mi tierra, el autobús entró a la ciudad. Recogí la mochila que contenía una muda y mi cartera (que por cierto, no tenía ni idea de quién me la podría haber traído al hospital), y me bajé del autobús en la estación, que se encontraba en el centro urbano. Me acerqué a la zona de los taxis, que estaba a la salida, para buscar uno que me llevara a casa, que era donde lo tenía todo. Un taxista con bigote metió mi mochila en el maletero de su Mercedes E320, encendió el taxímetro y me preguntó:

- Bueno, ¿A dónde quiere que le lleve? - dijo mirándome por el espejo retrovisor.
- A casa, llévame a casa.
- Está bien, meto en el GPS la palabra clave "casa" y... sí, exactamente, cero resultados - menudo vacilón estaba hecho aquel señor, pero me cayó simpático.
- Uy sí, perdona, vivo en Calle de...

Arrancó el coche y salimos rumbo a donde le indiqué. Todo parecía estar como siempre, pero cuando encaramos la Avenida de Madrid, aquel zumbido que había escuchado minutos antes en el autobús, volvió a resonar en mis tímpanos. Comencé a mirar por todos lados, buscando su origen y, efectivamente, allí estaban los tres superdeportivos, yendo en sentido contrario al nuestro por la misma vía. Apenas los vi unos segundos, pero fueron suficientes para ver al que nos había pasado primero en la autovía, y que no tuve la oportunidad de reconocer: se trataba de un Bugatti Veyron.

¿Pero cómo podía ser eso verdad? Que circularan por la autovía aún tenía algo de sentido, pero que lo hicieran por el centro de Jaén era un fenómeno completamente paranormal. Los tres llevaban matrículas italianas y, evidentemente, formaban parte del mismo comboy. Con la emoción del momento, no pude evitar comenzar a pegar saltos sobre aquel asiento desgastado por kilómetros y kilómetros de uso. Al verme hacer eso, el taxista no tuvo más remedio que preguntarme:


- Pero bueno, ¿Qué le pasa? ¿Y ese tembleque?
- ¿Cómo que qué me pasa? ¡Que eso era un Veyron, un maldito Veyron aquí, en Jaén!
- ¡Ah vale! Que lo dices por los coches...
- Pues claro, ¿Por qué sino? - dije mientras me abanicaba con las manos; de la emoción estaba incluso sudando.
- Hace mucho que no se pasa por Jaén, ¿Verdad?
- Pues sí, como 6 meses, ¿Por qué lo dice?
- No, por nada. Es que de un mes y medio para esta parte, se han empezado a ver muchísimos coches de este estilo, casi a diario. Atraviesan Jaén, crean una expectación de tres pares de cojones, y no se les vuelve a ver, sólo pasan una vez. Los primeros días yo también me emocionaba, pero ya casi que me he acostumbrado. Lo raro es que, aunque los coches cada día sean diferentes, siempre van de tres en tres, y conducidos por los mismos tíos. El tercer día traté de seguirlos, pero cuando salieron de Jaén con dirección a La Guardia, pillaron un ritmo endemoniado y no había huevos a pillarlos. Y eso que ese día eran coches más "normalitos", dos Porsche y un Mercedes, no me preguntes por los modelos porque no tengo ni idea de esos coches. Pero mi hijo me dijo que el Mercedes era de esos de las puertas que se abren "pa" arriba.
- Joder, pues menudo misterio... algo gordo se tiene que estar gestando por aquí cerca.


Paró en la puerta de casa y, cuando fui a echar mano de la cartera, me di cuenta de que no llevaba ni un euro encima, así que le pedí que esperara un minuto. Me acerqué a la verja y, con mucho esfuerzo (pues entre las quemaduras y las heridas, no estaba en mi mejor forma física precisamente), salté por el único hueco por el que sabía que no saltaba la alarma. Llegué a la puerta de casa y cogí las llaves que tenía guardadas detrás de una maceta. También podría haber llamado a Paco, que tenía una copia, pero preferí apañármelas yo sólo, ya hablaría con él más tarde.

Abrí y lo que me encontré dentro me sobrecogió y de qué manera, toda la casa, absolutamente toda, estaba patas arriba. Los cajones por el suelo, todos mis papeles tirados, y un fuerte olor a cerrado inundaba la estancia. ¿Qué demonios había pasado? No tenía ni idea, pero debía averiguarlo. Me acerqué a la cocina, y cogí de un tarro 15 euros que fue lo que me pidió aquel señor por la carrera. No sabía quién había entrado, pero desde luego no buscaba dinero: aunque el tarro también había sido manipulado, no le faltaba ni un céntimo, y eso que había bastante, pues era donde guardaba la pasta para la gasolina.

Salí a pagarle y volví a entrar. El taxista se quedó muy extrañado con la situación, pues no era muy normal que una persona entrara a su casa saltando una valla. De nuevo en el interior, y todavía con el disgusto en el cuerpo, pensé que lo mejor era llamar a Paco. Así que miré en la agenda del móvil (que por cierto, estaba casi sin batería, ya no le aguantaba como antes) y comencé a buscar su número. Pero no estaba; o yo, con eso del coma no recordaba muy bien si tenía su número, o alguien me lo había borrado.

Así que, pensé que lo mejor era buscar su número. Pero claro, cualquiera encontraba las páginas amarillas entre aquel caos, así que lo mejor sería que lo buscara en Internet. Pulsé el botón de encendido del ordenador de sobremesa, y en vez de salirme el icono habitual de Windows 7, se me puso toda la pantalla en negro y comenzó a salir un mensaje con letras blancas, típico de la programación en lenguaje C. Decía algo como "Los acciones de tu pasado, condicionan tu futuro". Apenas me dio tiempo a acabar de leerlo cuando comenzó a reproducirse la canción de Peret, "El muerto vivo", en todos los dispositivos electrónicos de la casa, y a todo volumen. Desde el Home Cinema del salón a la televisión de mi cuarto.


[ame="http://www.youtube.com/watch?v=Xu-BaGjjr0g&feature=colike"]PERET - EL MUERTO VIVO.- 1967.wmv - YouTube[/ame]


La canción en sí no era nada del otro mundo, de hecho me resultaba bastante graciosa, pero reproducida a todo volumen, con la casa prácticamente a oscuras y sabiendo que alguien había entrado allí, hacía que no me sintiera especialmente cómodo. De hecho, me sentía observado, alguien me quería decir algo, pero no sabía muy bien el qué. Lo que sí tenía claro es que no quería seguir allí metido, así que me acerqué al cuadro de luces y desconecté el paso de electricidad de toda la casa. Aquella cancioncita dejo de sonar y pude actuar con más tranquilidad.

La mejor opción era ir directamente a la casa de Paco, y preguntarle a él qué había pasado desde el incendio. Estaba muy confuso. Así que cogí un billete de diez euros, unas monedas sueltas y cerré la casa a cal y canto. Me acerqué a la parada de autobús y esperé una media hora hasta que llegó el número 12, que iba a su barrio. Utilicé las monedas para pagarlo y en apenas 15 minutos llegué a la plazita que se encontraba junto a su casa.

Aún estaba temblando, me entraban escalofríos sólo de recordar aquella canción, no sé porqué, pero había sentido que no era el único que estaba dentro de casa, era una sensación muy descorcentante. Sólo esperaba que Paco aportara un poco de luz a todo aquello, o que todo hubiera sido fruto de mi imaginación y sólo hubiera sido un sueño que había tenido mientras descansaba en el autobús camino a Jaén.

Pero no, no desperté porque no estaba soñando. Encaré la calle de Paco y a lo lejos pude ver el Golf. Conforme me iba a acercando, me iba fijando en ciertos detalles de los que podía intuir que el coche no estaba siendo muy cuidado. De hecho, en la zona donde las ruedas se apoyaban, estaba creciendo el típico musgo que indica que un coche está abandonado y los frenos de disco tenían una capa considerable de óxido. Y cuando rodeé el coche, vi algo que jamás pensé que podía llegar a suceder: en el parabrisas, había pegado un cartel escrito a mano de "Se Vende" y justo debajo un "Razón en el 63520530".

Era inasumible la cantidad de cosas que habían cambiado en tan poco tiempo, y con lo poco que me gustaban a mí los cambios, tengo que ser sincero y decir que la situación me sobrepasó. Sentí un agobio muy grande, como si estuviera cayendo a un pozo sin fondo. Pasé la mano de delante hacia atrás, dibujando con mis dedos aquella bonita línea, de lo que un día fue mi coche, mi niño mimado. Cuando terminé me senté en el bordillo de la acera y comencé a llorar desconsoladamente, no vi forma mejor de canalizar mi angustia.

Cuando llevaba unos cinco minutos allí sentado, noté que una mano se apoyaba en mi espalda y, a continuación note una voz algo grave que me decía: "¡Pero bueno! ¿Y tú qué haces aquí? ¿Y por qué lloras?". Me giré y alcancé a ver que era Paco quien se apoyaba sobre mí, así que acerté a contestarle entre sollozos: "Paco, ¿Qué ha pasado? ¿Qué queda de mi vida?".

Éste me dijo: "Es una larga historia, amigo. Anda, pasa y te la cuento con más detalles". Una vez en el salón, en cuya mesa había una vela (al parecer no tenían ni luz), Paco me sacó una cerveza algo caliente, y pidiéndome disculpas porque sin luz no se podía enfriar más, comenzamos a hablar:


- ¿Qué coño pasa? ¿Por qué vendes el Golf? ¿Por qué no tenéis luz? - pregunté al borde de un ataque de nervios.
- Mira Carlos, no me voy a andar por las ramas, que te conozco y sé que no te gusta, te comento la situación y luego te explico cómo hemos llegado hasta ahí: yo ya no soy jardinero, y tú ya no eres médico, puedes usar tu título como posavasos, no le encontrarás mayor utilidad...


¿Que qué? Mi corazón sintió un pinchazo, como un jarrón rompiéndose en mil pedazos contra el suelo.

Continuará...

http://911memoriasdeunfuturoincierto.wordpress.com/

 

Me he leido tu historia del tiron, y la verdad es que me ha dejado totalmente enviciado, me lo he leido de cabo a rabo.

Da gusto ver a otro joven Porschista en el foro, aqui uno con el que estas hablando tiene solamente un par de meses mas que tu

Me encanta esta preciosa historia que estas escribiendo, y al verse que tienes 18 años se puede decir que tienes un gran talento para ser asi de joven :idolo:

Aparte da gusto ver a un aficionado de la lectura y de los grandes deportivos, y tener el mismo sueño, un 911


Un saludo de un lector empedernido de grandes libros, y ahora lector empedernido igualmente de tus relatos

 

Grande Carlos !! sigue así, ya estoy esperando el siguiente capitulo, jejeje

 

Simplemente IMPRESIONANTE. Esta noche estuve leyendo hasta las 2:00 y llegue del tiron hasta el capitulo 14. Acabo de leer el resto. Menudo curro! No te preocupes por los comentarios de la gente, ES TU HISTORIA. Lo unico, mira a ver si rematas , sino con lo impaciente que soy entrare cada hora en el foro. Un abrazo y muchas gracias por compartir TU OBRA.

 

Gracias a todos por leer y comentar, es muy gratificante. Os iría contestando uno por uno, pero ando un poco mal de tiempo últimamente jeje. Lo dicho, un saludo y gracias, seguid atentos que iré actualizando esto.

 

Me encanto el relato me lo e leído entero,sigue que tengo intriga,pero por otro lado no quiero que se acabe,jejje!!por cierto los tres deportivos que aparecen y desaparecen de vez en cuando,quienes son esos misteriosos personajes,los de top GEAR probando coches por territorio español?a no,que eran italianos,no?amigos de georgio que vienen en su búsqueda para darle su último adiós y llevárselo como un último regalo de la vida en sus flamantes deportivos...sigue sigue!!

 

Eso forma parte del misterio... ya se sabrá, o quizá no, pero vamos, si el prota lo cuenta será por algo jejej. Este finde creo que no voy a colgar ningún capítulo,he vuelto a Jaén después de un mes y medio fuera de casa y me apetece disfrutar y despejarme. Pero para el Lunes como muy tarde colgaré otro capítulo, así que si te ha gustado y tienes ganas de seguir leyendo, mantente atento que queda historia para rato.

 

Bueno, y para que os entretengáis mientras que cuelgo algo nuevo, os dejo una pequeña crónica que escribí el otro día mientras esperaba el autobús. Espero que os guste, y si molesta porque no va con la historia me lo decís y la quito en cero coma.

Paranoia nocturna
(no tiene nada que ver con la historia,
si no queréis, no hace falta que la leáis)​

Subo un nuevo capítulo, hago las maletas y compruebo la hora de salida de mi autobús: 2:45 de la mañana. Aún tengo que preparar muchas cosas, así que decido apartar la vista del que ha sido mi mejor aliado este último mes: mi portátil. Busco alguna canción en Youtube que me guste y sobre todo, que me mantenga despierto mientras que realizo esa monótona misión: meter ropa en una maleta. Me decanto por uno de mis temas favoritos de Swedish House Mafia.


[ame="http://www.youtube.com/watch?v=MzRIOTu338Q&feature=colike"]Don't You Worry Child - Swedish House Mafia (ft. John Martin) (HD) Lyric Video. - YouTube[/ame]


Mientras que meto en un hueco que queda libre entre los pantalones y las camisas un regalo para un amigo, esa canción llega al estribillo, sin duda, la mejor parte. Con la incertidumbre de cómo voy a llegar a la estación, pues está casi a 5 kilómetros y tengo que tirar de dos enormes maletas (la opción de la bici, por tanto, la descarto), aquella frase me consuela, me autoengaño y pienso que se dirige a mí: Don't you worry, don't you worry child. See heaven's got a plan for you.

Termino de prepararlo todo y me acerco a nuestra destartalada cocina. Tratando de hacer el menor ruido posible, pues mis dos compañeras de piso llevan ya un rato durmiendo (mañana tienen que trabajar), me preparo un té verde para tratar de aguantar hasta el autobús sin dormirme. Apenas le he dado un par de sorbos cuando la alarma del móvil suena, son las 2 menos cuarto, tengo que irme ya o perderé el bus. Apuro el vaso y lo dejo en el fregadero, no me da tiempo de limpiarlo; con suerte, alguno de mis compañeros se encargará de él a la mañana siguiente.

Tiro de las maletas por el pasillo y cierro con llave mi habitación, de la que no tengo queja, es enorme y con una cama de matrimonio. Se ha quedado todo por medio, pero no importa. Bajo desde un cuarto piso por las escaleras, con el macuto, la maleta y mi mochila a la espalda. No me gusta usar el ascensor, desde que llegué a Valencia hace mes y medio, apenas lo habré usado tres veces. Ya tendré tiempo de usarlo en el futuro, cuando el lumbago y la fibromialgia me impidan subir andando.

Salgo a la calle, que está completamente desierta: me encantan las ciudades a estas horas, parecen fantasmas, abandonadas. Tras descartar la opción del taxi por su precio y recordar que tranvía y demás medios de transporte público no funcionan a esas horas, decido ir "a pata" a la estación. Aunque la maleta pesa como una condenada, sé que no me va a conllevar grandes dificultades, estoy acostumbrado a ir andando de aquí para allá, y por suerte, mi cuerpo no funciona con 98, con lo que es la opción más económica.

Los kilómetros pasan acompañado de la música de mi móvil y pensando en aquellos ojos con los que me cruzo en clase cada día. En menos de media hora he llegado a la estación, no sin antes haber tenido algún sustillo: me han pedido un cigarro cinco veces (suerte que no fumo, sino no ganaría para el vicio), la cartera un par más e incluso, mi mochila, en la que llevo el ordenador, en el que guardo lo que hasta día de hoy es mi legado más preciado: una historia sin terminar. Pero bueno, la verdad que la clase de personajes que te encuentras a esas horas de la madrugada van ya muy pasados, y con dedicarle un par de palabras y acelerar un poco el ritmo, te dejan de increpar. Además, al lado de la chusma que me encuentro en mi ciudad, estos son principiantes.

Ya en la estación, con el calor de otra gente que también espera su ida o la llegada de alguien, saco el portátil de la mochila y comienzo a escribir estas líneas. He llegado con casi media hora de adelanto, y este ambiente nocturno es extrañamente motivador, lo mismo sale algo de esto.

Mientras tengo la vista fijada en la pantalla, por el rabillo del ojo observo un Porsche Bóxter de color negro que ya he visto con anterioridad ahí aparcado, junto a la puerta del hotel de la estación. Trato de imaginar cómo sería ese viaje si, en lugar de tener un billete de autobús, tuviera las llaves de ese coche o... ¡Qué porras! Las llaves de un Nissan GTR, en mi imaginación no hay presupuesto:



" 2:30 de la mañana. Me gusta viajar de noche. Tengo el equipaje, y tras convencerme de que ya va siendo hora de dejar el ordenador, me acerco a la cocina, friego los cacharros y busco un RedBull en la nevera. Entro a mi cuarto, me meto la lata en el bolsillo de atrás y cojo las maletas. ¡Mierda! Casi se me olvida, tengo las llaves de Godzilla sobre la mesita de noche. Me las meto en el bolsillo de delante y trato de salir del piso haciendo el menor ruido posible. Como viene siendo costumbre en mí, bajo todas las cosas por la escalera. Salgo del portal y no puedo evitar sonreír y, que mis ojos comiencen a segregar algo a lo que podría llamar lágrimas.

​

Allí esta, en mitad de un barrio humilde, sin grandes pretensiones. Parece la chica guapa de la clase, con su vestido azul y esas ruedas oscuras que tan bien le sientan. Cierro la puerta del portal y saco mis llaves del bolsillo. Está a apenas 20 metros de mí, así que pulso el mando a distancia y las luces de emergencia parpadeantes indican que la bestia está abierta. Me acerco al maletero con todos los bultos y, lo abro ayudándome del alerón. Echo el casco para las tandas en un rincón y sin mucho esfuerzo, consigo meterlo todo. Abro esa bella puerta usando un curioso tirador, digno de cualquier película de la saga de Stars Wars. Me siento en ese sillón de cuero granate, que está muy, muy bajo.

Cierro la puerta, agarro el volante, y comienzo a hablarle: "Ahora sólo estamos tú y yo, no te portes mal conmigo". Antes de decidirme a marchar, busco en la radio una emisora decente. Pero a esas horas, aquello da asco, no hay más que debates políticos, entrevistas a personas poco interesantes y tarotistas que te cobran dos euros el minuto para decirte lo buena que va a ser tu vida a partir de ese momento. Definitivamente, iré sin música, al menos de momento. Pulso el botón de arranque y, aquella obra maestra de la ingeniería, creada en una cámara presurizada para evitar dilataciones imprevistas, se pone en marcha. Su sonido al ralentí es prácticamente nulo, apenas un leve ronroneo, cualquier utilitario diesel es más ruidoso. Pero las décimas de segundo en las que el motor de arranque comienza a girar y la gasolina que queda en el motor termina de quemarse, el coche emite un corto y seco ruido que te confirma que estás dentro de un pepino muy serio. Incluso se permite la licencia de pegar un petardazo por el tubo de escape.

Pero tras ese instante inicial, todo es calma, paz y una vibración mínima que te da un masaje muy placentero. Configuro el mapa motor para ponerlo en algún modo más confortable, aunque bueno, con 530 caballos en el pie derecho dudo mucho que el coche deje de comportarse de forma "deportiva". Aún no se me ha ido la sonrisa del rostro, ni creo que lo haga. No necesito que nadie sepa qué coche tengo, ni en qué trabajo, ni de qué marca son mis vaqueros. He conseguido poseer lo que durante tantos años he deseado. Se podría decir que he llegado al culmen de mi vida.

Acciono la primera con las levas y salgo de aquel sitio muy despacio. Ya no tengo edad para ir pisándole por calles estrechas, no necesito llamar la atención ni despertar a ningún vecino. A un ritmo muy pausado, y con un ronroneo de 6 cilindros como música de fondo, voy avanzando por aquel laberinto de calles. No puedo evitar mirar el coche en el reflejo de los escaparates, se ve realmente bello a esa velocidad.

Disfrutando de la ciudad y de los colores de la noche, llego a una de las avenidas principales y cojo dirección Albacete. A apenas 500 metros tengo un solitario y largo túnel a mi disposición. Bajo las ventanillas y reduzco la velocidad hasta entrar a ésta a apenas 30 kilómetros por hora. Voy en tercera, así que comienzo a bajar de marchas. Al pasar a segunda, el motor ya suelta un quejido que retumba en las paredes. Pero al bajar a primera, el coche me mete un latigazo y suelta un sonido que recorre de principio a fin el casi kilómetro y medio de túnel.

Miro al frente, y hundo mi pie derecho en el acelerador. Godzilla despierta y lo que hasta ahora había sido un ronroneo se convierte en un ensordecedor sonido equiparable al de un Concorde despegando. Meto segunda al corte, tercera e incluso cuarta. Pero antes del placer va la obligación de conocer tu responsabilidad al conducir semejante misil, así que levanto el pie del acelerador y meto sexta. La inercia acumulada hace que el coche siga avanzando aunque ya a menor velocidad. Las luces del túnel van pasando más y más lentas. Al final hay una pequeña cuesta, meto quinta y dejo que suba sin necesidad de pisarle. Al terminar de subirla, me encuentro con un semáforo en rojo. Bajo marchas y cuando ya estoy casi parado, me doy cuenta de que ella está esperando a que el disco de los peatones se ponga en verde. La echo luces y mira hacia donde estoy.

Bajo de nuevo la ventanilla y paro a su lado. Pienso en alguna pregunta fácil para hacerle, mi nivel de inglés no es muy alto y su español es inexistente, así que recurro a lo típico:

- Ey, where are you going?
- Charlie! What a car! I´m going to home, I'm a little tired.
- Want a ride in it? - esto último no sé si lo he dicho muy bien.
- Sure, Why not?

Le ayudo a abrir la puerta (ese tirador es un poco difícil de abrir cuando no lo has hecho antes) y entra en el coche. Se sienta en el sillón de cuero granate y dice: "Oh, this seat is very comfortable". En fin, Jaén puede esperar, de momento toca ir a dar un paseo por la Valencia nocturna, a ver qué tal se da la noche..."


Acaba de sonar la bocina del autobús, que con media hora de retraso, ha hecho acto de presencia. He vuelto a mi particular realidad, echo mano al bolsillo y saco mi billete. Ahora toca hacer cola. Para ser un bus nocturno, hay mucha gente. A ver si tengo suerte y me puedo sentar sólo, porque mi 1,85 de altura va a tener más de una complicación para encontrarse cómodo en esos asientos de plástico y tela sintética. En fin, cerraré los ojos y trataré de pensar que sigo sentado en mi GTR. Lo mismo incluso consigo dormirme y puedo seguir la historia por donde la he dejado. A las 3:15 de la mañana, salgo de allí en aquel mastodonte metálico diesel, tumbado como puedo y procurando respirar lo menos posible, el olor a humanidad hace difícil el poder relajarse. Las siguientes ocho horas se me van a hacer muy largas...

 

Me he quedado en el capítulo 8 y pensaba que era una historia real ya que no había leido el principio , mas tarde continuaré con la aventura , me está gustando mucho . Una pregunta Carlosupercars , en que universidad estás estudiando??

 

En la Universidad Politécnica de Valencia. Gracias por leerla, me alegro de que te guste.

 

Gracias Carlos! Me esta gustando mucho, ademas, este finde largo, por una lesion lo estoy pasando en casa y me ha venido estupendo para leer un rato!!


Mi mayor preocupacion, es que no nos dejes colgados!!

Sigue asi! Y que las criticas te hagan mejor escritor, aunque para mi ya eres una maquina!!