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911, memorias de un futuro incierto (relato).

Tema en 'Foro general Porsche' comenzado por Carlosupercars, 11/10/12.

  1. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Otra historia y otra máquina para empezar, no esta mal Carlos, sigue así que ya estoy impaciente con la parienta, a ver que pasa jijijiji.
     
  2. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Carlos me acaba de llegar ahora mismo el pedazo de libro tuyo, que ganas tenia ya de tenerlo.

    Lo dicho un fuerte abrazo y a seguir así.
     
  3. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    Yo estoy a la espera, tengo unas ganas de tenerlo ahí en la estanteria :D
     
  4. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Todo llega tranquilo, es como cuando esperas el coche y ves que pasan los días verdad.

    El libro esta muy bien, lo único para mi, que las fotos hubieran sido en color, pero es lo que hay y esta muy pero que muy bien.

    Bravo Carlos y a por el segundo.
     
  5. Carlosupercars

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    Con fotos a color costaría justo el doble.... Es complicado sacar calidad y buen precio con una tirada tan pequeña. No he podido hacer más jejeje... Y Damocles, paciencia que lo normal es que tarde unos 4 o 5 días y los mandé el miércoles por la mañana si mal no recuerdo. Un abrazo!!
     
  6. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    No es por ti Carlos ... :D es simplemente el ansia ... además la primera en leer el libro va a ser mi mujer, que le he hablado tan bien de el que quiere leerlo.
     
  7. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Me imaginaba lo del precio, pero como he dicho, esta muy pero que muy bien y a lo mejor se revaloriza mas con las fotos así, imagina que tienes éxito y haces otra tirada mejor, estos primeros que hemos comprado no tendrían valor, serían los genuinos, los primeros paridos....

    Y yo tengo uno.

    En fin que espero tu próximo libro Carlos, ya lo sabes. Un fuerte abrazo.
     
  8. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    A mi me llevas loco con la siguiente ... no empezaba con un chaval en su casa que no podia salir? podrias hacer otro post en memorias de un 911
     
  9. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    Te ha llegado ya el libro?

    Aprovecho para deciros que he abierto otro blog para las historias cortas que me está dando por escribir:

    http://tormentadeparanoias.wordpress.com/

    En breves os pondré el de la segunda historia, que estoy en proceso de hacerlo. Os dejo mi último microrrelato por aquí, a ver qué os parece:

    Mar de nubes

    Irak, 23 de Marzo del 2003

    Amanece, los primeros rayos de luz brillan sobre el agua cristalina del río Tigris, el único lugar tranquilo en 20 kilómetros a la redonda. Las sirenas se funden con el sonido de las explosiones y lo que debía ser un ultimátum se ha convertido en una masacre. No hay ataque más cobarde que aquel que se hace sin permitir al rival defenderse.

    [​IMG]

    Debe ser muy estresante no saber de dónde vienen los tiros, no saber por dónde caerán las bombas y no encontrar refugio en un lugar maltratado de por sí durante años. Hace 35 minutos, un misil de crucero (uno de tantos) ha caído en el corazón de esta ciudad, ahora lúgubre y callada, que un día vio en la alegría de sus gentes y en la belleza de sus calles la vida que hoy anhela. Es complicado ver la Estatua de la Libertad más allá de este inmenso desierto, pero más difícil aún es encontrar una razón de peso para justificar un hecho tan cobarde y ruin como este, amparándonos en el discurso barato del miedo y la penuria, cuando no hay más que billetes de color verde manchados con la sangre de los más débiles. Ya han expoliado todo lo que han podido, han dejado este sitio a merced del viento y el agua comienza a teñirse de ese tono rojizo que es ya parte activa de mi vida.

    Haré las maletas y marcharé rumbo al siguiente conflicto, dejaré tras de mí la vida truncada de miles, quizá millones de personas. Quién sabe si ese niño al que un BGM-109 Tomahawk arrebató su futuro iba para premio Nobel o quién sabe si esa tienda de comestibles de la esquina hubiera sido un gran éxito de no haber sido porque su dueña fue alcanzada por un francotirador. Pero eso no saldrá en las noticias, el discurso de la víctima y el verdugo está demasiado mediatizado para no creernos los buenos de la película. Es fácil bombardear una ciudad desde mil pies de altura con cientos de miles de dólares en tecnología balística y volver a casa con el aplauso de tu país, pero no es tan fácil olvidar lo que dejas tras de ti. Lo difícil es olvidar los restos de cuerpos inertes esparcidos por calles fantasmas, donde madres buscan a sus hijos entre lágrimas y padres piden venganza con palos en la mano (imagen que se aprovechará para demostrar una vez más el fanatismo de la cultura oriental).

    Cuando el opresor e invasor se convierte en el héroe, cuando el que poco tiene y todo le quitan se convierte en el canalla, cuando tienes tras de ti a las superproducciones hollywoodienses publicitando tu delirio... no sabes lo que hacer, al menos no hasta que pulsas el botón rojo por primera vez.

    Hace 37 minutos, sobrevolé Bagdad a tres mil metros de altura, sentí el empuje de 6 G oprimiendo mi cuerpo contra el asiento y pulsé ese botón por cuadragésima novena vez en estos últimos 10 años. En casa me esperan un Gran Torino y un par de personas con cuya muerte sueño todas las noches. Nunca pensé que esta maravilla que hoy piloto (un F-22) me daría el pasaporte directo al infierno. Mi amada me pregunta qué me pasa y me limito a mirar serio, sé que en las puertas del cielo no hay sitio para este peregrino y que si hay algo más allá de este mundo, yo estoy sentenciado a la pena máxima. Pero seré recibido con honores por una multitud que me ovacionará en su hipocresía, tendré una nueva medalla para colgar de mi uniforme de gala y cobraré un finiquito que me dará para comprar ese velero con el que soñé desde pequeño. Pero en sus ojos veré la muerte y la destrucción que he ido sembrando por el mundo, me atormentarán allá donde vaya y me forzarán a rezar por todos a los que un día causé dolor; sé que no es suficiente. No puedo ampararme en una oración antes de disparar un subfusil, es imposible aliviar tanto dolor con tan poco, pero poderoso caballero es Don Dinero, y más aún lo es la falsa libertad con la que convivimos.

    Sumido en la cultura del odio, usurpando corazones y creyéndome con la potestad de acabar con el futuro ajeno, no sobreviviré mucho más aquí, en el lado de los "vivos". Un nudo se me forma en la tráquea, cada vez es mayor y ahoga más mis ganas de vivir. Los ojos azules de esa pequeña que me llama "papá" no son suficiente motivación para levantar la vista del suelo, no seré yo el que me paseé por el parque en una silla de ruedas cobrando una generosa pensión y contando batallitas. Ahora sólo me queda decidir cómo acabar con este monstruo que he creado, quien sabe si lo hará una AK-47 en el baño de mi barracón, una bomba escondida en mitad de una misión suicida o un ataque de ira por parte de algún padre sediento de sangre.

    Saco un par de fotos arrugadas de mi bolsillo, y las observo durante un instante. ¿Y si fuera a ellas a las que arrebatan su casa, su cultura, y su vida? ¿Y si esos charcos de sangre que veo cada vez que pulso el botón fueran suyos y no de unos completos desconocidos? Nos comportamos como verdaderos monstruos, saber que con lo que cuesta un misil podríamos construir un par de escuelas... siento vergüenza al pensar que pagamos por cosas que matan y destruyen. Y es que la vida más pequeña vale más que la bandera más grande que pueda existir. Caminamos sin rumbo, nos dejamos caer a este mundo y desde bien pequeños nos muestran como odiar al diferente, nos hablan de paz enseñándonos un arma, y nos dicen que la justicia es algo abstracto e inexacto.

    Pero hoy voy a hacer justicia. El suelo tiembla con el paso del último cazabombardero que ha sembrado el horror en Bagdad como la hizo la lluvia ácida sobre Hiroshima y Nagasaki. Es liberador saber que será la última vez que viva este horror, respiro aliviado cuando lo veo aterrizar en nuestra base, después de la tormenta, llegará la calma. Entierro las dos imágenes en la arena, veo como su esmalte se erosiona con los granos de arena, haciendo que su pelo rubio pierda intensidad y su tez blanca y delicada se agriete y envejezca. No las merezco, intento llorar pero no puedo, las lágrimas si acabaron hace mucho tiempo y el engendro en el que me he convertido no sabe más que de matar y aguantar los golpes como un animal. Mi teléfono vibra ante la llegada de un nuevo mensaje de texto: "Hora del reconocimiento". Me levanto del suelo y comienzo a recorrer los 500 metros que me separan de mi avión. Giro la cabeza y observo casi con melancolía la única esquina de la fotografía que no he conseguido tapar.

    Podré tener muchos defectos, pero la autocompasión no es uno de ellos. Lo único que siento es no haberlo hecho antes. Cada paso es un segundo menos, un instante de esta tétrica cuenta atrás que acabará como empezó: con sudor y sangre. Uno de los encargados de barrer la pista me hace el saludo militar mientras mantiene vertical la escoba en el otro brazo. "Gran servicio el de hoy, enhorabuena. No has dejado ni uno ¡cabrón!" me dice entre carcajadas mientras subo la escalera que me lleva a la cabina del F22. Sonrío pensando que no habrá más "felicitaciones", es triste decirlo, pero a veces soy valiente por miedo. Miedo al rechazo, al fracaso, a vivir como quiero; ahora, con unas diez mil bajas a mis espaldas (doy fe de que pocas están justificadas) ha llegado el momento de hacer justicia.

    Los motores Pratt & Whitney F119-PW-100 ya están absorbiendo oxígeno por las dos enormes toberas, todos se ponen los tapones para que sus tímpanos no revienten y me seco el sudor al saber que tengo en mis manos una máquina de 150 millones de dólares y que cada hora de vuelo le cuesta al estado unos 50 de los grandes. Otro sinsentido de nuestra administración, no somos más que el producto de un complejo de inferioridad tan grande que no podemos garantizar la sanidad a nuestros ciudadanos pero nos gastamos en unas cuantas horitas con nuestros juguetes de guerra lo necesario para construir decenas de hospitales. Aprovecho para orar por última vez, aún puedo ver las columnas de humo alzándose sobre las ruinas de la capital iraquí, mis plegarias se ven ensombrecidas por el fuego de mortero, por décadas de explosiones y abusos de autoridad que no se van a perdonar por un arrepentimiento de última hora.


    [ame="http://www.youtube.com/watch?v=NQXVzg2PiZw"]John Murphy - Sunshine (Adagio In D Minor) - YouTube[/ame]

    Encaro la pista de despegue con otros dos aviones de mi mismo escuadrón, seré el último en despegar y, por consiguiente, el último en aterrizar. Michael (mi copiloto), habla con la torre de control (o lo que quiera que sea la casa prefabricada desde donde nos dan órdenes) para confirmar que tenemos pista libre para iniciar la maniobra de elevación. 10,9,8,7,6,5... máxima potencia, 3,2,1, retiramos frenos y sentimos el empuje de 30 mil caballos de fuerza sobre nuestras espaldas. Las líneas largas y enormes de la pista se convierten en pocos segundo en destellos rápidos y fugaces que se alejan de nuestra vista cuando abandonamos el suelo. A lo lejos divisamos a los otros dos componentes del escuadrón que esperan nuestra llegada para realizar el reconocimiento en grupo (somos tan cobardes que ni a miles de metros del suelo nos arriesgamos a ir solos). Surcamos el cielo como navíos en la mar, ver el amanecer al Norte del Mar Rojo no tiene precio... bueno, sí lo tiene, se llama conciencia y no me deja dormir por las noches. No puedo disfrutar de estos momentos de bella espera sin teñir de rojo mi mirada y recordar el olor a muerte tras cada bombardeo. A mil kilómetros por hora no se tarda demasiado en cruzar el desierto de dunas que nos separa de la ciudad.

    La imagen que nos encontramos tras el océano de arena es poco menos que sobrecogedora. "¿Cuándo nos convertimos en monstruos, compañero?" pregunta Michael por el micrófono que conecta nuestros cascos. Yo no acierto a responder, trago saliva al contemplar con horror los enormes boquetes que dejaron nuestras bombas sobre uno de los suburbios más conflictivo y temido por los extranjeros. No sé si será por la altura, pero no soy capaz de localizar las armas de destrucción masiva, ni siquiera puedo ver un lanzacohetes o algún arma que vulnere nuestra integridad (la del invasor).

    Sobrevolar el centro no calma para nada nuestros ganas de autodestruirnos: autobuses colmados de gente que han sido partido en dos por una bomba de racimo, regueros de sangre que van a morir al deficiente sistema de alcantarillado, civiles corriendo despavoridos ante la sospecha de que nuestra presencia precede a un nuevo ataque. Definitivamente, somos esclavos de nuestros miedos, nos arrodillamos ante nuestros superiores y acatamos sus órdenes sin buscar una posible justificación a su depravado comportamiento. Ellos se llevarán la gloria al final de esta guerra, estrecharán la mano al señor presidente mientras su subordinados vuelven a casa en una caja de pino sin saber por qué han luchado. Las hipotecas no se pagan solas, los sueños no se consiguen siendo un mediocre y la gente no te quiere por lo que eres, ¿Pero merece la pena hacer lo que se supone que debes cuando sabes perfectamente que podrías vivir en una casa más pequeña y podrías conducir un coche menos potente? Las respuesta es no. No puedes llorar de alegría al recibir la noticia del nacimiento de tu hija cuando tus manos aún están manchadas del polvo de la última escuela que has arrasado.

    La ciudad queda atrás, ahora las misiones no son más que recuerdos que atormentan mi alma. Ahora toca disfrutar de una amplia jubilación, salir a hacer deporte por las mañanas y sentarse un rato en algún banco para contar tus batallitas a quien quiera escucharlas. Un leve susurro se oye por el altavoz de mi casco, es mi compañero que llora por pura inercia. "Cuando lo has hecho un millón de veces, las lágrimas se secan, créeme" le digo tratando de consolarlo. Aunque soy yo el encargado de guiar la aeronave, cierro los ojos un par de segundos y trato de imaginar mi regreso a casa: camino entre aplausos por una de las avenidas principales de Washington, visto mi impoluto uniforme de las fuerzas aéreas y recojo una flor que alguien me lanza. A lo lejos me esperan ellas, sonriendo, a lo lejos.

    Blackbird I y II ya están iniciando las maniobras de aproximación mientras Michael y un servidor seguimos esperando, soñando con momentos que no llegarán y empañando el metacrilato de los cascos con nuestra intensa respiración. Sabemos que esta misión no es como las anteriores; hace 47 minutos acordamos que sería la última vez que pulsaríamos el botón rojo en nombre de nuestra patria. Realizamos un giro de 270 grados con apenas medio kilómetro de radio, a velocidades supersónicas no hay nada como sentir el desayuno queriendo salir del estómago, es de lo poco gratificante que hago aquí arriba. Ascendemos por última vez hasta donde los motores nos dejan hacerlo, las millas pasan casi más rápidas subiendo hacia El Señor que cuando avanzamos horizontalmente. Desde torre de control nos ordenan que demos media vuelta si no queremos volver a casa suspendidos de empleo y sueldo. "Cada segundo que subís nos está costando dinero, ¡Dejad de hacer el imbécil y bajad inmediatamente!" nos dicen mientras nosotros sonreímos con malicia. Atravesamos un mar de nubes cuando aún superamos el Match1 y pongo el morro del avión en horizontal.

    Aquí arriba es imposible recordar quienes somos, pocas cosas son tan hermosas como pasar rasante sobre los blancos y esponjosos depósitos de vapor de agua. Veo por el reflejo de la cabina a mi compañero toqueteando todo lo relacionado con la armamentística del aparato. "¿Tendremos suficiente con esto?" me pregunta por el micrófono mientras yo sigo ensimismado ante tan virgen espectáculo. Todo iría mejor si observáramos más lo que tenemos alrededor antes de desahogar nuestra rabia, fobias y fracasos emocionales con un arma. Pensar que quito una vida o me quitan la mía a veces no es suficiente defensa para hacer según qué cosas, he subido tan alto como las leyes de la física me han permitido y, por mucho que he buscado, no he sido capaz de encontrar a Dios por aquí arriba. El cielo se llama Planeta Tierra y somos nosotros los que lo hemos convertido en un infierno, sólo sé de fuegos cruzados y armas automáticas, no me preguntéis por el mejor sitio del mundo para respirar aire puro porque mis conocimientos no van más allá de destruir todo cuanto me ordenen, ya sea una ciudad centenaria, una presa o la mezquita donde se reunen los talibanes antes de inmolarse. "Podemos arrasar media Carolina del Sur con lo que llevamos encima, sólo preocúpate de marcar bien el objetivo. Cuando lo hagas, simplemente avisa que yo haré el resto" le contesto tras unos segundos de meditación.


    [​IMG]

    Recibo un escueto "ok" por su parte, cojo un poco de aire y pulso el botón rojo. Dos misiles AIM-9M/X Sidewinder y otra pareja de AIM-120C AMRAAM salen propulsados desde los laterales del avión, nos adelantan y vuelan a nuestro lado durante cerca de un kilómetro, hasta que llegan a la altura de la base. En ese momento, hacen un giro vertical de 90 grados (algo imposible para el F-22) y comienzan un vertiginoso descenso tras penetrar las nubes que bajo nosotros habitan, el impacto será certero e inmediato y lo podremos sentir desde aquí. Superiores, oficiales, tenientes, sargentos, soldados rasos, personal de limpieza... no quedará nadie. Nosotros irrumpimos en su vida sin pedir permiso, y ahora se irán como vinieron, sin que nadie les avise de que van a ser bombardeados, sin saber siquiera por qué lo hicieron, morirán preguntándose qué han hecho ellos para merecer eso. No somos más que la última pieza de una sociedad demasiado ocupada en hacer de buenas personas como para mancharse las manos de sangre, nos limitamos a mostrar imágenes de lo malos que son los otros sin pararnos a mirar nuestros propios ombligos. Quizá en una semana, un mes o como mucho medio año, se habrán desplegado de nuevo en la zona con sus carros de combate, sus armas de corto, medio y largo alcance y una buena ración de doble moral estadounidense. Volverán a repartir caramelos entre los niños a cuyos padres mataron y volverán a posar sonrientes ante las cámaras dentro de la base mientras ven un partido de la Super Bowl. Pero esta noche ellos, los locales, los dueños de su tierra, los que han aguantado el calor del desierto estos últimos 2000 años, los que han caminado durante horas para conseguir unos litros de agua, ellos, dormirán tranquilos. No suena muy ambicioso, pero créeme, es mucho. No he conocido esa sensación desde que abandoné el instituto; la primera vez que disparas a un hombre estás un mes sin dormir, la segunda te afecta algo menos, y cuando con un solo avión puedes acabar con una población de dos millones de habitantes cenas hamburguesa y patatas fritas para recuperar fuerzas.

    Se escucha el petardazo desde el cielo, cuatro explosiones seguidas y concisas que acaban con una extensión similar a sesenta campos de fútbol. "Fin de la misión Michael, volvemos a casa" le digo a mi copiloto antes de realizar la que será nuestro último movimiento. "Si tienes algo que decir, que rezar o alguien en quien pensar, hazlo ahora. En diez segundos comenzaremos con la maniobra" le digo mientras agarro el jockstick con decisión y tomo fuerzas para lo que será la última treta de mi vida. No hay mucho más en que pensar, esto está tan meditado que no cuesta nada hacerlo, sólo quiero que pase pronto. Además, si fui capaz de acabar con las cosas que no me pertenecían, soy capaz de acabar con esto. En mi defensa no alegaré nada, si se me asigna un abogado de oficio lo rechazaré y me limitaré a escuchar la condena a una eternidad de sufrimiento y dolor por todo lo que hice, soy culpable y eso no hay forma de cambiarlo.

    Él alarga su mano y la acerca a mí por encima de mi hombre derecho, se la estrecho y le pregunto por última vez: "¿Preparado?". Asiente con la cabeza y se prepara para servir de apoyo, no sabemos quién de los dos se desmallará antes, pero el otro tiene la responsabilidad y obligación de seguir con esto hasta el final. Cierro los ojos muy despacio, sonrío mientras observo el Sol saliendo sobre las nubes y tiro hacia mí del control de mandos con todas mis fuerzas. En el primer segundo, cuando apenas hemos completado noventa grados del rizo mortal, ya me he orinado encima y he vomitado en el casco. A los tres segundos la sangre se me ha subido a la cabeza produciéndome un dolor indescriptible, los tímpanos me han reventado y los ojos se salen de sus cuentas. Apenas tengo fuerzas para seguir aguantando el jockstick, pero el avión se comporta igual de agresivo, Michael sigue consciente y nos conduce hacia el final del camino. No llego a realizar la vuelta completa, 100Gs de fuerza acaban conmigo y también con él.

    Ahora el F-22 vuela sólo sobre el desierto arbustivo de Mesopotamia, es cuestión de tiempo que caigamos en algún lugar en mitad de la nada. La resistencia de un máquina ha superado a la del hombre, nuestro suicidio no será más que una anécdota disfrazada de un ataque terrorista que alimentará aún más el odio hacia Oriente. Somos miembros de una misma especie, habitantes de un mismo planeta y buscadores de un mismo objetivo: la felicidad. Algunos la encuentran en una mujer, otros en un coche y otros en un trabajo, pero desde luego, yo no la encontré a 30 mil pies de altura sobre una máquina de matar de más de cien millones de dólares. Caminamos sin rumbo buscando destruir y aniquilar todo aquello que no nos gusta o es diferente; nos mueve la rabia, el dinero y el miedo a ser olvidados. Somos un espejismo de vigor en un universo inerte y apagado, milagroso y casual que pasará a los anales de la historia como la única especie capaz de autodestruirse y acabar con todo cuanto le rodea, como un cáncer que te mata poco a poco, mudo y sigiloso, hasta que un día te despierta y te asesta el golpe definitivo.


    Hace dos minutos, un ángel metálico cayó del cielo y se estrelló a 2154 km/h contra las dunas de algún desierto. Dentro de él, volaban dos almas en pena que se equivocaron de ruta y eligieron vivir eliminando todo cuanto les perjudicaba o incomodaba. El mundo respira aliviado sabiendo que una nueva amenaza se ha rendido y ha huido a una dimensión paralela de donde nunca volverá, pero se retuerce de horror al saber que se invierte más esfuerzos en matar que en dar vida, al saber que creamos misiles que antes o después caerán sobre nuestras cabezas y acabarán con los vecinos del planeta o con nosotros mismo.

    Hace un minuto y 35 segundos, una mujer dio a luz en el único hospital no bombardeado de Bagdad, su hija se llamará Libertad y no se sabe muy bien si su paso por esta tierra será un camino de rosas, un periplo o el escaso tiempo que separa un bombardeo del siguiente. Somos una luz que brilla en un infinito de oscuridad, nos diferenciamos del resto de estrellas que se ven en el cielo por una sencilla razón: la vida. Estamos solos de puertas para afuera, pero aquí dentro no tenemos qué temer ni por qué padecer, de nosotros depende que nuestra mayor preocupación sea el Ibex 35 o la lluvia ácida tras una bomba nuclear, de nosotros depende que tengamos que hacer cola para donar sangre o para conseguir un plato de arroz blanco. Hay dos clases de problemas: los que se pueden solucionar y los que no. Por los segundos es mejor no llorar (pues sólo gastaremos energía) y por los primeros, amigo mío, hay que seguir aguantando...


    En memoria de L.M.L.G., que me inspiró para escribir esta pequeña locura
    y quien también se equivocó de camino, pero a cambio me enseñó a encontrar el mío.​
     
  10. Damocles

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    Carlos mi mujer está enganchadisima, recien llega al Ring con Giorgio ahora, no le he querido chafar nada, está ultraconvencidisima que la que pone y no estaba muerto es Cristina (Las mujeres piensan diferente nano) aparte de ella le pasé tu web a unos cuantos del cole y hay mucha gente enganchada a "711 diario de"

    Yo quiero que continues la historia del chaval del Golf :D
     
  11. Carlosupercars

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    Me alegro de que te haya llegado el libro, me quitas un peso de encima muy grande. Y lo de que se lo esté leyendo tu mujer y tus amigos también (permíteme que te tuteé) es muy emocionante; que me compren libros y tal está muy bien, pero hay cosas más importantes que el dinero, y creo que eso ha sido la mayor lección que he aprendido con todo esto. Cuando alguien me dice que mi historia se la está leyendo media familia suya me falta muy poco para que se me salte la lagrimilla (no soy de llorar jejeje), muchas gracias por todo, y aquí os dejo el blog de la nueva historia. Si veo que os va gustando a varios y tal, haré como con esta y abriré otro post. Lo que sí tengo claro es que Porsche se ha quedado clavado muy adentro de mí, no hay "cojones" a no meter coches de esta marca en cualquier historia... espero que os guste:

    http://cuandolaslucesseapagandotcom.wordpress.com/
     
  12. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    se lo pasare a ella a ver que opina :D
     
  13. Carlosupercars

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  14. Alfon977

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    compañero esta historia me tiene super contento y a la vez emocionado mañana seguire leyendo mas puesto que voy por el capitulo 25.Saludos
     
  15. Alfon977

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    otra cosa que te queria preguntar la historia es veridica o invetada.Saludos
     
  16. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    Lo mismo pregunto mi mujer :D Carlos aún no tiene edad de acabar la carrera de medicina con eso te lo digo todo :D
     
  17. Carlosupercars

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    Real como la vida misma, esto te lo estoy escribiendo desde el teléfono, que estoy con el GT3 RS parado en un semáforo... :930T:
     
  18. Damocles

    Damocles Gran Experto Porschista

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    Que vas a buscar la presa para despedirte??? ja ja ja
     
  19. joschelito

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    :[angel]:[angel]:Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth: Que cabrito el Carlos este... :Thumb:
    No seas spoiler hombre tony!!:[angel]:beer: Que hay quien aun no lo ha leido:Thumb:
     
  20. Alfon977

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    Localización:
    Monte Lope Alvarez (Jaen)
    Ahora que comprendo despues de todo que no es real nada mas que e decirte chapó por ti y me quito el sombrero.Yo vivo a 17 minutos de Jaén yendo solo en mi Panamera.Si quieres podemos quedar algun dia a tomar una buena cruzcampo fresquita.Saludos Carlos