Mi primer Porsche como el primer beso nunca se olvida. Y el tuyo?

lolo911 · 20/1/23

Yo la primera vez que me monté en uno fue hace 2 años y pico cortesía del señor @delmonte que me dejó probar un 964 cabrio rojo guardia con mucha mala leche y me dijo "se te va a calar"... y desde entonces, he calado otros pero nunca el suyo!¡

Una semana más tarde estaba señalizando otro 964 cabrio rojo guardia y el resto es historia... ya no me bajo

Mandelo · 20/1/23

Vollblut dijo: ↑

Refloto mi pequeña historia con el mío...

HUIDA HACIA NINGUNA PARTE - NUNCA SE OLVIDA EL PRIMER PORSCHE

Por el enorme hueco del techo extraíble del deportivo se veían perfectamente Orión y la Osa Mayor en la noche sin luna. Era verano y mientras charlaba con ella en el coche parado con los asientos reclinados apenas veía sus facciones en la penumbra y a ratos entraba al habitáculo una brisa calurosa y húmeda con olor a vegetación y a tierra mojada que se entremezclaba con el olor a cuero del interior y se volvía más fría al golpear mi piel. Estábamos en pleno campo a las afueras de una ciudad perdida en el interior de los Estados Unidos donde, con la ausencia de las luces urbanas, el firmamento infinito parecía precipitarse sobre nosotros.

A mis 25 años hacía un par de semanas que tenía aquel 944 gris con llantas ATS negras y aunque el coche tenía casi 11 años, con un poco de cera le había devuelto el brillo al profundo color pizarra metalizado de la carrocería, que cambiaba de tonalidad según la luz. Cada tarde después de trabajar dedicaba largas horas a limpiarlo y conducirlo, buscando recorridos nuevos donde disfrutar del comportamiento manejable y enormemente placentero de su conducción. Con el techo abierto y música en la vieja Blaupunkt, aquel coupé alemán ochentero se convertía en un lugar atemporal donde saborear sensaciones, experiencias e incluso olores al volante que nunca olvidaría.

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Era ya de madrugada cuando emprendimos la vuelta a la ciudad. Desde el altiplano donde habíamos ido a ver las estrellas la carretera hacía un largo descenso hasta el río, ondeando entre praderas donde pacían en silencio las oscuras siluetas de caballos purasangre. Íbamos sin prisa y charlando mientras el coche avanzaba bajo la tupida arboleda tomando las curvas con el aplomo de una locomotora y por las ventanas abiertas se oían rodar los gruesos Michelin XGTV fustigando el asfalto como los cascos de un caballo deseoso de galopar.

Estábamos bordeando el rio, que fluía enorme y misterioso en la oscuridad más allá de las ocasionales farolas que rompían la penumbra en la carretera, cuando el reflejo de unas luces largas me deslumbró en el retrovisor. El aire junto al río era más frío y al volver la mirada comprobé el origen de los faros al instante y me recorrió el cuerpo un temblor. Era un descapotable grande de color blanco cuya marca no recuerdo, pues lo único en que me fijé eran los cuatro tipos rapados que iban dentro, tres de ellos esgrimiendo bates de béisbol y gritando “¡párate en el arcén, hijo de p###!” que habían aparecido de la nada.

Me temblaban las manos sobre el volante mientras intentaba mantener la calma. Miré a mi amiga y le dije sin creérmelo que no pasaba nada y que no mirase hacia ellos. En aquellos instantes, además de sentirme totalmente indefenso, me sentí un perfecto idiota. Hacía poco que salía con ella y con la que se nos venía encima, me daba cuenta con horror de la terrible situación en que le había metido. Además para colmo, con el techo abierto íbamos a ser presa fácil de los bates de béisbol de aquellos energúmenos. Y entonces me acordé de que aquello era un Porsche y la única escapatoria era poner pies en polvorosa …

Engrané la tercera y comenzó la huida hacia ninguna parte. Coincidió que en aquel tramo la carretera iniciaba una larga serie de colinas y teníamos delante a la primera. El 944 acometió la primera cuesta acelerando con decisión pero el coche que nos perseguía no se daba por vencido y su gran cilindrada rugía rabiosa sin que le ganásemos terreno yendo cuesta arriba. Con un nudo en la garganta pedí a mi acompañante que me fuese informando de su distancia mientras yo intentaba concentrarme en exprimir cada caballo de aquel 4 cilindros y apurar las curvas, en las que el otro culeaba dando bandazos como una serpiente enfurecida pero sin salirse de la calzada.

Tras superar la primera colina recordé con pánico que además de aquellas cuestas había intersecciones con semáforos. Y el pánico me impuso la única maniobra posible –saltarme los semáforos hasta alcanzar la entrada a la autopista unas millas más adelante. Así me salté el primero, preguntando a mi amiga si el otro coche se quedaba atrás. Sin querer oír la respuesta de que nos seguía dando caza, pero así era. El 944 rodaba bien y tomaba las curvas mejor que el otro, que seguramente le doblaba en motor, pero en las cuestas con sus cuatro cilindros atmosféricos no conseguía pasar de 4ª a la 5ª marcha que necesitaba desesperadamente para poder coger punta de velocidad.

No recuerdo bien si fueron 3 o 4 los semáforos que nos saltamos, pero la última imagen que guardo en la retina de aquel coche persiguiéndonos lleno de locos es la de sus faros alumbrando la larga rampa de la entrada a la autopista mientras yo alcanzaba el final de la aquélla y me incorporaba pisando el acelerador en 4ª como un desesperado. No olvidaré la transformación con la que nos obsequió el Porsche en aquel momento. El motor subió de vueltas hasta el punto de corte y cuando finalmente pude poner 5ª me sentí como Han Solo lanzado al hiperespacio en el Halcón Milenario.

Ya en 5ª pude mantener la punta de velocidad y perder de vista los temidos faros que nos seguían persiguiendo sin duda. Pero aquello era EE.UU., donde rodando a ciento y pico millas por hora se tenía la cárcel asegurada y ahora mi temor era que algún policía de servicio nos parase. Sin ralentizar, calculé la distancia hasta la primera salida y quité las luces. Pero la salida iba a ser traicionera porque con los nervios no reduje lo suficiente, y en el descenso me subí al bordillo de la rampa y se me caló el motor. Lo arranqué de nuevo y aunque me temblaban las manos todavía, comprobé con alivio que no había mayor consecuencia que un palier delantero doblado girándose un poco el volante. Pero ya estábamos fuera de la autopista y el otro coche nunca nos encontró.

En los días que siguieron me repararon el palier y comprendí la gran suerte que habíamos tenido, pero sobre todo la suerte de haber podido contar aquella noche con el 944 que sin duda alguna nos había sacado de apuros. Mi vida ha dado muchas vueltas desde entonces y aunque lo tuve 10 años y llegó el día en que hube de dejarlo atrás, aquel 944 sigue en mi corazón y le estaré siempre, siempre, siempre muy agradecido.

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Menuda aventura, de las malas-malas.

berki · 20/1/23

Yo sigo en el seminario.

PVSM · 20/1/23

Hace ya casi 15 años, madre mía!!. Un 987 S Cayman,......

Android · 21/1/23

El mío fue un 986 2.7 alemán, en el clima me ponía "Manuell", yo le decía que mi nombre era Manel en catalán, pero bueno, sabía que estaba hecho para mi, amor a primera vista. Relación de 3 años y 60mil kms. Me dejó por un médico gordo que no cabía en el asiento.

asaga92 · 21/1/23

Un 997.1 C4 manual que le compré hace justo un año al forero @Angelbcn

Me llegó con 29 años, un coche muy deseado desde la adolescencia, años persiguiéndolo y por fin llegó. Aún hoy cada vez que me monto, espero unos segundos sentado sin arrancarlo, observando y tocando los mandos, alucinando de que sea de mi propiedad.

En un año le he hecho 7.000km, y aunque me parezcan pocos, si lo miro con perspectiva son “muchísimos”, para el poco tiempo que dispongo con la crianza de mis dos retoños, y teniendo en cuenta que el 911 tiene que compartir tiempo de ocio con otros dos bólidos de juguete que también tengo.

Este 2023 nos vamos una semana a las 24 Horas de Le Mans, partiendo desde Murcia… toda una aventura a lomos del Porsche.

En definitiva, el 997 es un sueño de adolescencia hecho realidad, y no tengo pensamientos de cambiarlo a no ser que sea por otro 997 pero más gordo, también atmosférico y también manual. Eso solo tiene un nombre (o dos, mejor dicho), 997.2 GTS o 997 GT3, y a corto-medio plazo es una opción inviable. Así que a seguir disfrutando del aparato!! Efectivamente, la primera vez nunca se olvida.

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